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María Paz Valenzuela durante su ascenso a la cumbre del Himalaya.
Entrevista

Primera sobreviviente en llegar al Everest: “Volví a aceptar mis cicatrices”

La montañista María Paz Valenzuela recibió hace dos años el diagnóstico de cáncer de mama. Pidió autorización médica para subir el monte Denali antes de someterse a una mastectomía y a una quimioterapia. Pero luego de su tratamiento se puso una meta todavía más alta. Esta fue convertirse el 2018 en la paciente pionera en llegar a la cumbre del Himalaya. Hoy la entrevistamos tras su reconstrucción mamaria y como líder de campañas para la detección precoz de la enfermedad.

– ¿Cómo te sientes tras la reconstrucción mamaria?

– Es una etapa muy importante dentro de la recuperación de una paciente de cáncer de mama. Es parte de la reconciliación con tu cuerpo. Personalmente, volví a aceptar cariñosamente mis cicatrices y a mirarme al espejo sin miedo. También regresé a entrenar hace un par de meses, y me siento completamente recuperada.

– ¿Tienes nuevos proyectos?
– ¡Claro que tengo varios proyectos en mi carpeta de sueños! Estoy trabajando fuerte en una campaña que sensibilice a nuestra población. El cáncer de mama es la primera causa de muerte en nuestras mujeres por enfermedad oncológica. Una estadística que está en nuestras manos cambiar si, cada una de nosotras, pone como prioridad el autocuidado. El cáncer de mama tiene cura si lo detectamos a tiempo y, para eso, es indispensable que las mayores de 40 años se hagan una mamografía anual, mientras que las más jóvenes estén alertas y pendientes de sus mamas. Nuestras mujeres no se pueden estar muriendo porque llegan tarde a un diagnóstico. Ese es mi mensaje con esta campaña.

María Paz, quien es concertista en flauta, en la cumbre más alta del planeta: el monte Everest, a 8.848 metros de altura. Las fotos son del archivo personal de su hija Elisa Jordán.



– ¿Cuáles son tus proyectos deportivos?

-Son dos. Participo en Remadoras Rosa que es un grupo de sobrevivientes que remamos en un bote dragón como terapia física -previene el linfedema (inflamación del brazo)- y como terapia emocional. El deporte sana muchas heridas. En el montañismo estoy en Mujeres Sin Fronteras, donde este año invitaremos a un grupo de mujeres aimaras de Bolivia, grandes andinistas, a participar a una ascensión al Ojos del Salado, el volcán activo más alto del mundo. Y, por supuesto, volver por cuarta vez al Aconcagua. En la vida: amar y ser amada.

¡Sin duda que mi vida dio un giro total! No soy la misma, y doy gracias por haberme transformado en la mujer que soy. Las prioridades cambian, las urgencias son otras»

María Paz Valenzuela

– ¿Cómo el montañismo ayuda a salir adelante ante una enfermedad?
– El montañismo, y cualquier deporte, es una experiencia reparadora. Sobre todo, si se practica en grupo. Altamente recomendado.

– ¿Qué papel pueden cumplir las sobrevivientes de cáncer?
– Dentro de lo posible, y de nuestras capacidades, transmitir nuestra experiencia y apoyar cuando nos necesiten. Pero, sobre todo, incorporar el discurso de la detección precoz.

La montañista junto a parte del equipo que hizo posible su ascenso. Crédito foto: Clínica Alemana.


-A dos años de recibir el diagnóstico y subir al Everest, ¿Cómo cambió tu perspectiva de la vida?
– Después de ambas tremendas experiencias, ¡sin duda que mi vida dio un giro total! No soy la misma, y doy gracias por haberme transformado en la mujer que soy. Las prioridades cambian, las urgencias son otras.

– ¿Cambian también las metas?

– En cualquier etapa de nuestras vidas es importante ponerse metas. Cada uno a su manera, posibilidad o energía. Paso a paso. No hay apuro para llegar donde queremos ir lo importante es no detenernos.

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