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2030 es el año clave para el fin de hepatitis virales comunes

Las de tipo B y C son las más extendidas y afectan a 325 millones de personas en el mundo. La OMS apuesta a que están las condiciones para eliminar esta enfermedad que puede provocar cirrosis y/o cáncer.

La posibilidad de terminar con las hepatitis virales y sus secuelas de enfermedad y muerte, están al alcance de la humanidad. Esa es la apuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Aunque se trata de distintos virus bautizados alfabéticamente como de la hepatitis A, B, C, D y E, los más preocupantes son los B y C: además de inflamar el hígado, pueden quedar alojados en el paciente y, con el paso de los años, producir una cirrosis y/o cáncer. En este caso, una de las maneras de salvar la vida de la persona es recurrir a un trasplante hepático, para lo cual nunca existen los donantes suficientes.

Hoy en día, el 80% de las personas con hepatitis no puede obtener los servicios que necesita para prevenir, detectar y tratar la enfermedad»

Tedros Adhanom Ghebreyesus (OMS)

Un estudio de la OMS se publicó en Lancet Global Health, en el cual se estima que con una inversión de US$ 6.000 millones al año se podría eliminar la hepatitis en 67 países de ingresos medianos y bajos para el 2030. Con esto se evitarían 4,5 millones de muertes prematuras hasta esa fecha, y otros 26 millones después del 2030. Las nuevas infecciones caerían en 90% y las muertes, en 65%.

“Hoy en día, el 80% de las personas con hepatitis no puede obtener los servicios que necesita para prevenir, detectar y tratar la enfermedad”, dice el director general de la OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Pedimos un liderazgo político audaz, con inversiones a la par. Hacemos un llamado a todos los países para que integren los servicios relacionados con las hepatitis en los paquetes de prestaciones, en el contexto de sus esfuerzos por lograr la cobertura sanitaria universal”.

La idea es invertir ahora en exámenes para detectar estos virus, vacunas para prevenir la infección; y en medicamentos para tratar y curar la enfermedad, como sucede con la de tipo C, que en sólo tres semanas la persona queda libre de la enfermedad.

En el caso de las hepatitis A y E, es raro que pongan en riesgo la vida del paciente. La de tipo D, en tanto, es una infección adicional que se produce en los pacientes portadores del virus B.

En Chile, desde el año 2005 se vacuna a todo recién nacido contra la hepatitis B. La de tipo C es poco frecuente, y el mayor factor de riesgo es una transfusión sanguínea antes del 1 de enero de 1996, fecha en que se comenzó a testear este virus en las donaciones de todos los bancos de sangre del país.

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