«Angor animi»: la angustia pandémica que debemos dejar atrás

Casi 450 pacientes diagnosticados con tumor de próstata tienen un retraso de 68 días en sus prestaciones GES. Una cifra que, según el especialista en Medicina Nuclear de PositronMed, Dr. René Fernández, es un llamado de alerta para dejar atrás el lado más oscuro de la crisis sanitaria.
Que los médicos somos insensibles cuando vemos a una persona morir, es de las creencias más comunes (y casi siempre injusta) que circulan sobre nuestra profesión. La muerte nunca deja de ser una experiencia traumática.
Llevaba un mes como egresado de Medicina cuando me correspondió atender a una familia completa que había sufrido un accidente automovilístico en la malhadada ruta que une Concepción y Cabrero.
Fue muy poco lo que pudimos hacer con los medios de una posta rural.
Esa impotencia fue confirmada cuando uno de los pacientes me clavó sus ojos con desesperación y, con un esfuerzo gigantesco para hacerse oír, me dijo “Doctor, siento que voy a morir”.
en otro momento, la decisión de don Héctor me habría provocado una gran frustración: ¿cómo no asistió a sus chequeos con el nefrólogo? Pero hoy lo comprendo y hasta justifico»
Dr. René Fernández (Centro de Medicina Nuclear PositronMed)
Lo miré desconcertado. Y no porque pensara que sus palabras eran disparatadas (murió a las pocas horas debido a la gravedad de sus heridas), sino por esa lucidez en sus últimos momentos de vida.
Se trata de una lucidez que en medicina conocemos -aunque es un término en desuso- como angor animi (angustia del alma), y que consiste en la sensación de muerte inminente que siente una persona que, en efecto, morirá.
Bueno, esta pandemia trajo de vuelta a muchos profesionales de la salud esa “angustia del alma” que observamos ante la muerte de uno de nuestros pacientes. Una sensación de la que nos tratamos de zafar a lo largo de nuestras carreras, algunos con más éxito que otros, pero que revivió en muchos de mis colegas al ver las urgencias colapsadas y ante la incertidumbre de no saber si un paciente joven y sano terminaría conectado y no sobreviviría.
en el momento más crudo de la pandemia, estuvimos haciendo apenas de cinco a seis exámenes diarios. Para el primer semestre de 2021 subió a unos 20 y hoy vamos en 35 …y aumentando»
Dr. René Fernández
La sociedad entera entró en una especie de angor animi, lo que aportó tanto lucidez como desesperanza. Esa extraña mezcla que nos hizo priorizar lo que era importante para cada quién y dejar a un lado lo que entonces parecía accesorio.
Recién atendí a un paciente de unos 70 años con cáncer de próstata avanzado (metástasis en ganglios y huesos), cuyo tumor se volvió resistente a la hormonoterapia. Era su primera consulta en nuestro centro con el objetivo de iniciar una terapia con radiofármacos -Lutecio PSMA- que es una alternativa para casos como el suyo, es decir, cuando los tratamientos convencionales dejan de funcionar.
Aún tengo fresco el momento en que don Héctor (su nombre fue cambiado) puso sus últimos exámenes de rutina sobre mi escritorio. Apenas tomé los documentos, observé claramente que los números mostraban un deterioro en su función renal. El tenía diabetes como enfermedad concomitante y había notado que su orina producía espuma.
Entonces me contó que, en lo más profundo de la pandemia, decidió priorizar su tratamiento contra el cáncer y posponer su visita al nefrólogo. El virus rondaba y todos restringimos al máximo nuestras salidas porque el miedo a contagiarse -o infectar a otros con un desenlace letal- era real y legítimo, sobre todo en hospitales y otros centros de salud. Este temor resultó especialmente intenso para quienes cursan un diagnóstico de cáncer.
En otro momento, esta decisión de don Héctor me habría provocado una gran frustración: ¿cómo no asistió a sus chequeos con el nefrólogo? Sin embargo, hoy lo comprendo y hasta lo justifico. A fin de cuentas, priorizó lo que le pareció esencial en medio de una crisis sanitaria que a todos -me incluyo- partió la vida en un antes y un después.
Si la consulta de don Héctor con el especialista sale mal, puede quedar sin opción de tratamiento. Ahora, lo más probable es que sólo debamos partir por reducir la dosis óptima del fármaco para hacerlo compatible con su condición renal. Además, deberemos estar mucho más atentos a cómo respondan sus riñones al Lutecio PSMA porque, en caso de que el radiofármaco provoque un deterioro mayor, nos veremos obligados a suspender el tratamiento.
no estamos en una posición de juzgar. Por ahora, creo que cuidar la salud mental tanto de los equipos de salud como de los pacientes y de la comunidad en general, deber ser prioridad»
Dr. René Fernández
El caso de postergación de don Héctor es sólo un ejemplo del tsunami de nuevos diagnósticos por cáncer o de tumores más avanzados que hemos visto llegar a nuestro centro y que también comentan colegas de otros centros de salud.
A partir de marzo de 2020, comenzó una progresiva disminución de las consultas y de las solicitudes de exámenes diagnósticos. Durante el 2021 vimos una lenta recuperación y ya, desde octubre del año pasado, comenzó un aumento significativo de los requerimientos de estudios diagnósticos PET CT con PSMA, que es la tecnología que utilizamos para estudiar cáncer de próstata.
Hoy la demanda es abrumadora: hay listas de espera y el horario de atención fue extendido.
Para ponerlo en cifras, en el momento más crudo de la pandemia, estuvimos haciendo apenas de cinco a seis exámenes diarios. Para el primer semestre de 2021 este número subió a unos 20 y hoy vamos en 35 …y aumentando. Es decir, desde el segundo semestre del año pasado hasta hoy el incremento es del 30%, y un 80% corresponde a prestaciones licitadas por hospitales públicos.
A nuestro centro llegan casos ya diagnosticados (no hacemos el test de antígenos), es decir, cuando el médico tratante necesita precisar cuál es el estadio y la extensión de la enfermedad. Esta claridad es de suma importancia, ya que es muy distinto abordar a un paciente que con un tumor localizado a otro con enfermedad metastásica donde hay que descartar un tratamiento curativo y reemplazarlo por hormonoterapia o radiofármacos. Esta “precisión diagnóstica” es responsable de la modificación de hasta un 30% de los tratamientos, y aporta tanto una optimización de los recursos como alternativas menos traumáticas para el paciente.
Por todo esto, no podemos pasar por alto las cifras oficiales sobre los retrasos GES (Garantías Explícitas de Salud) en el caso del tumor prostático.
El dato de que hay 447 prestaciones que no han sido solucionadas con un retraso promedio de 68 días es un llamado de alerta. Implican un deterioro en la calidad de vida de casi 450 personas, ya que estar durante dos meses a la espera de recibir un tratamiento contra el cáncer, genera una gran angustia para ellas, su familia y entorno.
Lo regular es que esta enfermedad sea de evolución lenta, pero hay casos de tumores mucho más agresivos -por suerte, los menos- y en esas cuatro semanas pueden progresar y cambiar negativamente el pronóstico de la enfermedad.
Pero, una vez más, no estamos en una posición de juzgar. Ya llegará el momento de sacar lecciones. Será una tarea para las próximas generaciones. Por ahora, creo que cuidar la salud mental tanto de los equipos de salud como de la comunidad en general, deber ser prioridad.
Que ese angor animi espectral no se apodere otra vez de nosotros porque debemos recuperar ese tiempo perdido que amenaza la calidad de vida de nuestros pacientes.