¿Quién le teme al dedo de Jara?
Inusual para el lenguaje de un médico, donde lo formal e ininteligible suele ser la norma, el libro aquí recomendado parte con un episodio del mundo deportivo ocurrido en junio de 2015.
Para esa fecha, y con ocasión de un partido disputado entre Chile y Uruguay durante la Copa América, nuestro Estadio Nacional vivió un momento que fue más allá de lo estrictamente futbolero: “el dedo de Jara”.
No se engañe el lector ajeno a la pasión de multitudes y piense en un evento con reminiscencias bíblicas, al estilo del fresco que pintó Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, y donde Dios extiende su brazo para dar vida a Adán, el primero de los hombres.
El hecho que cita el autor y cirujano Felipe Balbontín fue una antideportiva acción del jugador chileno Gonzalo Jara en contra del uruguayo Edison Cavani, rápidamente convertida en meme por su alusión al examen que realizan los urólogos para detectar, vía tacto, alguna enfermedad a la próstata, en especial, cáncer.
“Me acuerdo de uno (meme) en particular, en que Gonzalo Jara aparecía de terno negro y mirada inquisitiva, ajustándose unos guantes quirúrgicos; abajo se leía: ‘Dr. Jara’”, escribe Balbontín, quien es parte del equipo urológico de la Clínica Santa María.

Pues bien, esta imagen resume de manera bastante certera todos los tabúes, miedos, prejuicios y -por qué no decirlo- ignorancia que existe en torno al examen de próstata. Si queremos ir más allá, también confirma la reticencia de los hombres a informarse, conversar y tomar acciones concretas en favor de su salud. Por ejemplo, este chequeo que debe ser parte de la rutina médica a partir de los 50 años y, en caso de contar con antecedentes familiares, pasada la barrera de los 40.
Por eso, aunque este atípico noviembre quedó atrás, elegimos El legado de Adán, todo acerca del cáncer de próstata, como la lectura recomendada en el mes dedicado a tomar conciencia de la salud masculina.
Se trata de un texto sin pretensiones estilísticas. Tampoco intenta surtir a los expertos con las últimas novedades científicas, en ese idioma abstruso, sólo para iniciados, de los papers académicos. La idea del doctor Balbontín es llegar a un público amplio de manera educativa, ya se trate de hombres o de sus familias, en atención a que estamos frente a un tumor que anualmente causa la muerte de 1.200 chilenos. Una cifra que se podría reducir si el paciente tuviera “acceso expedito a la pesquisa precoz y a un tratamiento oportuno”, anota en el prólogo el doctor Rodrigo Leyton, presidente de la Sociedad Chilena de Urología.

Es importante mantener un diálogo abierto, claro y honesto con el urólogo (…) Haga todas las preguntas que crea necesarias y, en especial, manifieste sus dudas o miedos respecto de aquellos temas que usted considera más importantes»
Doctor Felipe Balbontín
Quienes se dedican a la salud masculina aspiran a que entre los hombres surja esa capacidad de crear redes, de hacer comunidad, propia de las mujeres, especialmente cuando se ven enfrentadas a enfermedades, de ellas o de sus familias. El caso del cáncer de mama es paradigmático ya que no hay complejo a la hora de poner el tema sobre la mesa, confesar miedos y buscar ayuda de pares y especialistas.
No ocurre lo mismo con la enfermedad prostática. Los fantasmas de una hombría malentendida, propia ya del siglo pasado, sigue presente en las generaciones adultas, con bromas y burlas muy al estilo “el dedo de Jara”, o sea, propias de niños de Octavo Básico. Y no decimos aquí de estudiantes de Enseñanza Media ya que, por fortuna, las nuevas generaciones anuncian una actitud menos prejuiciosa frente a su cuerpo y a las enfermedades a las que se exponen.
El legado de Adán funciona como un completo manual para acercar a la persona común a un tema peliagudo, pero que a todos nos debería importar: uno de cada seis chilenos desarrollará cáncer de próstata en algún momento de su vida, y uno de 33 morirá debido a esta patología (Minsal 2016).

Pero más allá de entregar información sobre factores de riesgo (donde la edad aparece en el primer lugar) y algunas pistas de prevención (que aluden más bien al cáncer en general), el contenido del libro es una invitación a pensar -sin caer en entendibles conductas desesperadas- cuál debería ser el mejor tratamiento según cada caso en particular.
Balbontín, quien es conocido por la incorporación de diferentes técnicas para tratar este tumor, explica que estamos ante un cáncer, por lo general, de lenta progresión. Una ventaja que permite estudiar una serie de opciones hasta encontrar la fórmula que mejor se adapte a la realidad de la persona diagnosticada, y así evitar problemas de disfunción sexual, urológicos y gastrointestinales asociados a la cirugía u otras terapias.
Por supuesto que, como ocurre con la inmensa mayoría de quienes padecen cáncer en nuestro país, la elección del tratamiento más adecuado sólo es posible para quién pueda pagarlo, y es por eso que las instituciones que apoyaron la publicación de El legado de Adán (Falp, Colegio Médico de Chile, Sociedad Chilena de Urología, Clínica Santa María, y especialmente la Corporación Chilena contra el Cáncer de Próstata), solicitan un Plan Nacional que mejore el acceso de todos pacientes con esta patología.
Como decíamos, el autor opta en estas páginas por despejar el laberinto de posibilidades terapéuticas y presentarlas al lector de una forma clara y amigable, de modo que quien es diagnosticado sienta que va a tomar una decisión informada y con la mayor contención emocional posible.

“Es importante mantener un diálogo abierto, claro y honesto con el urólogo que lo está tratando. Haga todas las preguntas que crea necesarias, pida -si es posible-evidencia científica que avale el tratamiento escogido y, en especial, manifieste sus dudas o miedos respecto de aquellos temas que usted considera más importantes”, anota Balbontín.
Las opciones van desde el “seguimiento activo” de la enfermedad, a la cirugía convencional y robótica -esta última con el sistema Da Vinci- sin olvidar la radioterapia. También aparece en un apartado la braquiterapia, técnica relativamente nueva que consiste en implantar minúsculas “semillas radiactivas» de yodo o paladio dentro de la próstata, de tal forma que las células cancerígenas reciban su impacto a corta distancia, mientras que el daño a los tejidos vecinos es mínimo (los mejores candidatos son quienes presentan un tumor localizado o intermedio de buen pronóstico).
Pamela Alarcón hace un trabajo pulcro y sobrio como asistente de redacción, mientras que las ilustraciones médicas de Roberto Muñoz otorgan un valor didáctico extra. Mención aparte merece el aporte del reconocido ilustrador Alberto Montt, quien logra lo más complicado al abordar un tema como el cáncer y, además, de próstata: salpicar de tanto en tanto la información con una dosis de humor sin caer en la talla facilona y repetida al estilo de “el dedo de Jara”.