Cáncer de Próstata: la cara humana de la Medicina Nuclear

«No me dieron más de dos meses», recuerda un paciente. Hoy lleva casi cuatro años desde que ingresó a un estudio clínico pionero en Latinoamérica que usa radiofármacos para combatir la enfermedad.
“Llegué aquí la primera vez en silla de ruedas” – recuerda Héctor Díaz (75) mientras toma su café en un centro de Medicina Nuclear ubicado en Providencia- “cuando me detectaron un cáncer de próstata en estado cuatro no me dieron más de cuatro meses de vida… y aquí me tiene, feliz”.
Don Héctor es uno de los diez pacientes que el 2016 ingresaron a un estudio clínico pionero en Chile y en toda Latinoamérica, que usa la Medicina Nuclear para eliminar este tumor y sus metástasis, cuando ya parece que no queda nada por hacer.
La primera noticia de que el pronóstico del cáncer de próstata avanzado podía mejorar en forma radical, llegó desde la Universidad de Heidelberg, Alemania. Corría diciembre de 2013, y un paciente desahuciado recibió en ese país una inyección con una sustancia radioactiva que le alivió el dolor, mejoró su calidad de vida y -lo más increíble- le permitió vivir varios meses más de lo que la ciencia suponía.

Estamos ante un tratamiento muy bien tolerado y con mínimos efectos adversos»
Doctor René Fernández (PositronMed)
La investigación, con sus sorprendentes resultados, mereció la portada de la Revista Europea de Medicina Nuclear en mayo de 2015 y, apenas un año más tarde, nuestro país se puso a la vanguardia en esta terapia gracias a un ensayo clínico que reclutó a pacientes que tenían un pronóstico de sobrevida de escasos tres a seis meses, y sin alternativas de tratamiento.
Entre ellos estaba Héctor Díaz.
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Cuando la medicina ya no tiene nada que ofrecer a quienes presentan metástasis por un tumor de próstata (se disemina especialmente a los huesos), existe una nueva promesa terapéutica que usa un compuesto radioactivo conocido como Lutecio 177.
Don Héctor trabajaba como funcionario en la Dirección de Educación de la Municipalidad de Santiago hasta que un día ya no pudo subir las escaleras del lugar: el cáncer se había propagado a dos vértebras. “No me podía sostener ni caminar. Parecía un muñeco de trapo”, comenta.

No me podía sostener ni caminar. Parecía un muñeco de trapo»
Héctor Díaz
Lo sometieron a una operación de columna; a un ciclo de radioterapia que lo mantuvo internado un mes en el Instituto Nacional del Cáncer, y a ocho sesiones de quimio en el mismo lugar. Pero el cáncer se volvió resistente a las drogas convencionales.
“En el Instituto Nacional del Cáncer me contactaron entonces con el doctor (Horacio) Amaral y el doctor Fernández. Aquí me hicieron cuatro sesiones con una sustancia que viene de Alemania; me ponían una inyección y lo único que sentía era como un calor. Cuando terminé el tratamiento, el antígeno prostático que estaba por las nubes había bajado a 0.01. ¡El equipo de médicos saltaba de felicidad y hasta enviaron fotos fuera del país!”, recuerda don Héctor.
Antes de recibir el radiofármaco, es necesario un chequeo médico general para comprobar que el estado de salud de quien recibirá el tratamiento es compatible. Luego un estudio de imágenes con un PET debe mostrar en forma nítida lo avanzada y diseminada que se encuentra la enfermedad. Si el paciente califica, recibe su primera inyección de Lutecio 177-PSMA. Esta molécula (porque el Lutecio 177 es una molécula radioactiva) se pega con fuerza a los llamados receptores PSMA (otra molécula) que abundan en las células cancerosas de próstata: las penetra y la radiación destruye su ADN, lo que terminar por provocar la muerte de las células tumorales.

Eso fue lo que ocurrió también con José Aravena (74), quien fue diagnosticado hace tres años con la enfermedad, cuando ya tenía metástasis a los huesos. Dos meses después de recibir por primera vez la sustancia, -tal como lo indica el protocolo- llegó una segunda inyección con el mismo compuesto, y así hasta completar cuatro sesiones en ocho meses.
Posterior a cada dosis, se toma una imagen con una máquina llamada Gammacámara, y se ve cómo disminuye de tamaño el tumor y sus metástasis. A la par, en la sangre del paciente se reduce la presencia del marcador tumoral (antígeno prostático), hasta hacerse indetectable si la terapia funciona.

“Después de finalizado el tratamiento, se sacan nuevas imágenes (PET) y se comparan con las iniciales para evaluar si está bien o si necesita otros ciclos de refuerzo”, explica el doctor Fernández, quien es especialista en Medicina Nuclear.
Los resultados también fueron exitosos para don José, quien se permitió un tiempo para conversar con CancerLATAM en un restorán frente a la Plaza de Armas: debe regresar pronto junto a su señora, también de 74 años, quien sufrió una fractura de rodilla y él está ahora a su cuidado. “Puedo decir que, en una escala de uno a siete, el dolor que podría sentir bajó a tres, y hoy sólo tomo medicamentos para dormir más tranquilo. Lo importante es que tengo más ánimo y puedo venir al centro a hacer mis trámites; a mi ritmo, claro, pero los hago”, cuenta mientras planea irse a vivir a El Tabito y disfrutar “salir a pasear por los bosques, comprar pan amasado y mirar el mar a la distancia”.
Algunos de mis colegas (del estudio clínico) partieron, entre ellos uno de Temuco. Otros que, como yo, no tenían más de cuatro meses de vida, seguimos aquí»
Héctor Díaz
Gracias a su éxito -destacado en el último Congreso ASCO como el mayor avance terapéutico de los últimos 15 años en la enfermedad- ahora el Lutecio 177 se prueba en pacientes con este tumor menos avanzado. Todo indica que podría tener mejores resultados, incluso curativos.
“Además, estamos ante un tratamiento muy bien tolerado y con mínimos efectos adversos, entre ellos, un 2% de los pacientes presenta boca seca”, dice el doctor Fernández.
Otro uso alternativo en estudio es sacar la próstata y luego inyectar el radiofármaco para eliminar cualquier célula maligna que haya quedado en el cuerpo. Algo similar a lo que se hace en el cáncer de tiroides, donde se extirpa la glándula y después se administra yodo radioactivo con un éxito de curación de alrededor de 95%.
Por ahora, 30 pacientes que serían derivados a tratamientos paliativos han recibido la terapia en nuestro país.
“Algunos de mis colegas (del estudio clínico) partieron, entre ellos uno de Temuco. Otros que, como yo, no tenían más de cuatro meses de vida, seguimos aquí y sabemos que mañana será otro día”, dice don Héctor antes de despedirse y partir a buscar al colegio a uno de sus nueve nietos.
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Frank jose villarroel
Hola tengo cancer de prostate fui operado en el 2012 me hicieron estrectomia radical y tengo el antigeno en 1.4 que puedo hacer
2 febrero 2020 a las 8:27 pm
Sonia Lira
Hola Frank, gracias por leernos. Nosostros sólo somos un medio de comunicación, así que debes ir a tu médico de cabecera o Urologo y plantearle tu inquietud. Gracias.!
2 febrero 2020 a las 8:45 pm
Patricia Alejandra aroca arroyo
Hola me gustaría más información y si fuera posible que me papá pudiera ser candidato a este tratamiento esta con un cáncer de prostata avanzado a los ganglios y aún no se sabe si también a los huesos..
6 febrero 2020 a las 2:17 pm
Sonia Lira
Hola, te respondimos a tu email personal. Gracias por leer a CáncerLatam.
6 febrero 2020 a las 2:39 pm