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Día Mundial del ADN: el secreto de la vida en una espiral

Han pasado 69 años desde el descubrimiento de esta molécula y hoy podemos decir que la Genética es una ciencia joven y vital para entender varias enfermedades y sus tratamientos: el cáncer no es la excepción.

Pese a lo moderno y actual que nos parece la palabra gen y la revolución científica y médica que ha desatado, las primeras pistas de su existencia se remontan al año 1865.

En ese tiempo, el naturalista y monje agustino Gregorio Mendel expuso sus hallazgos sobre cruces de plantas que él hacía en el jardín de su convento, en especial arvejas. Al año siguiente, las que se conocieron más tarde como las Leyes de Mendel, fueron publicadas. Pero como ocurre con muchos de los grandes avances de la ciencia, sus revelaciones cayeron en el olvido por 30 años.

Gregorio Mendel.

Fue cerca de 1900 que la comunidad científica redescubrió este aporte y, con los años, se les puso nombre a algunos de sus descubrimientos que hoy son de uso corriente, como son los términos genes y fenotipo.

Ya a mediados del siglo XX varios investigadores buscaban una molécula específica que pudiera explicar los hallazgos de Mendel.

Maurice Wilkins (primero de izquierda a derecha), Francis Crick (tercero), y James Watson (quinto) fueron galardonados con el Nobel de Medicina en 1962.

Usando los descubrimientos de la química Rosalind Franklin y del físico Maurice Wilkins, los jóvenes biólogos James Watson y Francis Crick, describieron la estructura de “doble hélice” característica del Ácido Desoxirribonucleico (ADN). Su trabajo fue publicado en abril de 1953 en la prestigiada revista científica británica Nature.

 Conocimos así que toda la información o el manual de instrucciones de la vida está contenida en esta molécula con forma de espiral que tiene la capacidad de autorreplicarse.

A los 69 años de esta revelación podemos decir que la Genética es una ciencia joven. Sus aportes al entendimiento de variadas disciplinas científicas -con hitos como descifrar por completo el genoma humano en 2003- continúan de manera acelerada.

Esta comprensión ha facilitado el tratamiento y cura de numerosas enfermedades. Y el cáncer no es la excepción.

Aunque durante mucho tiempo los científicos creyeron que los distintos tumores eran producto exclusivamente del ambiente – ya sea fumar, exponerse al sol o a sustancias como el asbesto-, hoy sabemos que en todos estos casos la genética juega también un papel relevante.

En efecto, son decenas de mutaciones las responsables de diferentes tipos de cáncer. Pero también son muchos los nuevos tratamientos basados en tales conocimientos que mejoran la sobrevida y la calidad de vida de los pacientes con alguna variedad de tumor.

Es lo que se conoce como medicina genómica o personalizada. En esto trabajan con gran entusiasmo los investigadores para lograr que la Genética transforme el cáncer -que puede ser fatal- en una condición crónica.

Lo que partió con la curiosidad de un monje del siglo XIX cultivando arvejas en su jardín, continúa en el XXI entregándonos las pistas esenciales de la vida en la Tierra.

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