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Día Mundial del Linfoma: la importancia de remar contra la corriente

En la semana elegida para llamar la atención sobre este cáncer a la sangre, recordamos el caso del sudafricano Lawrence Brittain: un atleta olímpico que demuestra cómo el diagnóstico oportuno es vital si buscamos controlar una enfermedad con múltiples caras.

Es como un río de aguas revueltas. Quizá, uno de los desafíos de mayor complejidad de la oncología. El linfoma es un cáncer a la sangre compuesto por más de 60 variedades, según el tipo de células inmunes afectadas.

Se les clasifica en cuatro grandes grupos: Linfoma Hodgkin (LH), Linfoma No Hodgkin (LNH), de células B y de células T. Saber de qué tipo se trata es clave porque afecta las opciones de tratamiento y el pronóstico del paciente. Con las terapias actuales se logra curar el 65% de los linfomas Hodgkin y el 40% de los No Hodgkin.

El medallista olímpico Lawrence Brittain durante su tratamiento contra el linfoma.

El caso de Lawrence Brittain es un ejemplo. A pesar de que viene de una familia de oncólogos, al equipo médico tratante del deportista sudafricano le tomó bastante tiempo conocer el diagnóstico preciso del mal que lo afectaba. Pero una vez que identificó el tipo de células inmunes (Hodgkin), recibió un tratamiento exitoso, volvió a las aguas y obtuvo la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río por su participación en remo. Hoy, Brittain está comprometido en crear conciencia sobre la importancia de un buen diagnóstico.

El linfoma fue de los primeros cánceres donde se pudo aplicar la palabra «cura», gracias a los avances de la investigación de la biología de la enfermedad. Y la ciencia no para de avanzar. Científicos del Hospital Mount Sinai, de Nueva York, publicaron un estudio sobre inmunoterapia combinada con células madre que logró resultados en linfomas No Hodgkin resistentes al tratamiento. Otro hallazgo reciente es el que asocia la presencia de la mutación BRCA2 (clásica en cáncer de mama y ovario) con un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad en la adolescencia.

Y aunque el futuro terapéutico se pueda ver promisorio, la Coalición para el Linfoma (www.lymphomacoalition.org) fundada en 2002, y que conforma una red de 81 organizaciones de pacientes de 52 países, se propuso el último año una tarea bastante más humilde: apoyar y capacitar a las personas que viven con linfoma, y así mejorar su conciencia y comprensión de la enfermedad. Por ejemplo, saber que, si bien los síntomas varían según el tipo que sea, hay algunos que son más comunes como la sudoración nocturna abundante, fiebre y escalofríos intermitentes, picazón, inflamación de los ganglios linfáticos en el cuello, axila e ingle, pérdida de peso, tos y dificultad para respirar, fatiga y anemia.

La Coalición Europea para el Linfoma lanzó el 2019 la campaña «Las pequeñas cosas construyen la confianza»

Difundir esta información, y sumarlo a la formación de redes de pacientes para que se apoyen y acompañen, es una de las principales tareas a las que llama la organización.

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