Los pilares del alivio del sufrimiento físico por cáncer
Uno de los síntomas más temidos por los pacientes afectados por tumores malignos se combate con un enfoque multidisciplinario que incluye fármacos de última generación, kinesiterapia y atención psicológica. Octubre es el mes de concientización del dolor.
Desde que fue establecido en 2004, el Día Mundial Contra el Dolor se conmemora cada 17 de octubre con el objetivo de crear conciencia sobre el impacto que el sufrimiento físico derivado de enfermedades tiene en la calidad de vida y estimular el desarrollo de iniciativas que ayuden a combatirlo.
Dependiendo del grado en el que se manifieste, el dolor –cuyo alivio ha sido consagrado como un derecho humano- puede afectar distintas dimensiones de la rutina diaria y es el problema asociado a patologías que más aflicción provoca en quienes lo padecen, sobre todo cuando se prolonga en el tiempo. Se estima que una de cada 5 personas sufre dolor crónico, cifra que aumenta en la medida que la población envejece.
Cuando se trata de tumores malignos, este síntoma “es uno de los más temidos por los pacientes y sus familiares”, explica la enfermera Marcela Barrera, coordinadora de la unidad de Alivio del Dolor y Cuidados Paliativos del Instituto Nacional del Cáncer. “Genera mucha angustia y también surge el miedo a no lograr un óptimo control”, comenta.
Sin embargo, la amenaza de invalidez y tortura vinculada a las enfermedades oncológicas y/o a sus tratamientos se ha ido diluyendo a medida que aumenta la disponibilidad de fármacos más eficaces y se diseñan planes individualizados de atención del enfermo, los que involucran igualmente a sus más cercanos, según sostiene Marcela Barrera.
Incorporados por la OMS en 1980, los cuidados paliativos se aplican desde una perspectiva integral –considera aspectos médicos, sociales, sicológicos y espirituales- y están destinados a pacientes afectados por una enfermedad progresiva e irreversible, pero también a aquellos que tienen posibilidades de curarse y se ven afectados por las consecuencias de los procedimientos terapéuticos.
“El abordaje del dolor debe hacerlo un equipo interdisciplinario. En mi experiencia profesional, el equilibrio en el manejo de síntomas debe estar fundado en el trabajo conjunto con el paciente y su familia, a quienes se les da educación continua sobre los cuidados necesarios y la contención emocional. Esta relación tiene que estar basada en la confianza mutua, para que ellos puedan expresarse con tranquilidad y recibir las indicaciones correctas”, dice la enfermera.
“Chile no se ha quedado atrás, ya que ha incorporado fármacos de última generación a las canastas GES, que aseguran el acceso a nuestros pacientes a una variedad de medicamentos.”
EU Marcela Barrera, Instituto Nacional del Cáncer.
En lo que concierne específicamente a la aflicción física, la profesional estima que el mayor desarrollo en su contención y reducción lo ha experimentado la farmacología. “Chile no se ha quedado atrás, ya que ha incorporado fármacos de última generación a las canastas GES, que aseguran el acceso a nuestros pacientes a una variedad de medicamentos” (con cero costos en el sistema público). En el Instituto Nacional del Cáncer contamos con el compromiso de la dirección para adquirir los que sean necesarios”, afirma.
En el alivio del dolor se utilizan desde analgésicos comunes como el paracetamol y el ibuprofeno hasta opioides como la morfina, la codeína y la oxicodona. Marcela Barrera destaca el avance que han significado los fármacos transdérmicos (parches), “que requieren cambio sólo dos veces por semana y permiten mejorar la calidad de vida del paciente, que no tiene que estar pendiente de tomar una pastilla cada cuatro o seis horas. Tienen excelentes resultados y la persona no está recordando a cada rato que está enferma”, detalla.
Al manejo del sufrimiento físico también contribuyen el trabajo de rehabilitación que conduce una fisiatra, según los requerimientos particulares y la atención de las consecuencias emocionales de la enfermedad. “El dolor puede o no acarrear un sufrimiento psicológico, pero en el caso de que éste ocurra, nuestras intervenciones se enfocan en actividades psicoterapéuticas, acompañamiento, orientación y psico-educación”, explica Daniel Silva, psicólogo de la unidad.
Habitante de Padre Las Casas, divorciado y padre de cuatro hijos, Jacob San Martin acude cada dos meses a esta sección del hospital tanto para asistir a terapia como para obtener los medicamentos con los que mantiene a raya el dolor ocasionado por el cáncer que lo afecta.
Ya jubilado, aunque a sus 72 años todavía trabaja de manera independiente en el área de comercio exterior, San Martín fue diagnosticado el 2005 con un tumor en la próstata que generó metástasis en los huesos.
“No se lo doy a nadie, no se podían aguantar. Había momentos en los que no podía estar ni acostado”, dice sobre los severos dolores que en un momento experimentó en los hombros, rodillas, codos, espalda y caderas (estas últimas se las reemplazaron finalmente por prótesis).
“Dolor siento siempre, pero diría que, en general, se ha reducido en un 80 por ciento.”
Jacob San Martín, paciente oncológico en tratamiento.
Cada día, según la intensidad de las molestias, Jacob San Martín toma una serie de fármacos que atenúan considerablemente sus síntomas. “Dolor siento siempre, pero diría que, en general, se ha reducido en un 80 por ciento”, comenta. Y agrega que gracias al tratamiento prescrito –“yo hago todo lo que me indican”- es capaz de hacer todas las tareas domésticas, ya que vive solo, y de cumplir además con sus deberes laborales.
“Cocino, lavo, plancho, y trabajo la tierra”, cuenta en referencia al cultivo de tomates y arvejas que mantiene en el terreno de la casa donde arrienda una habitación. “Me cuido mucho, no puedo correr el riesgo de caerme, porque sería mortal”, relata San Martín, que ha enfrentado esta dura experiencia con ayuda psicológica permanente.
“Pido hora y me atienden. La terapia ha sido muy importante, porque me ha permitido ir creciendo y entender cosas de las que antes no me daba cuenta. Los dolores que tenía no me dejaban vivir. Ahora me siento aliviado”, cuenta.
Considerando el estado de desarrollo de su enfermedad, Jacob San Martín concluyó su tratamiento en el Instituto Nacional del Cáncer y postuló a un estudio clínico donde le administran cada 20 días dosis de una nueva quimioterapia que, dice, hasta ahora le ha contenido las metástasis.