¿Cuál es la dosis de ejercicio contra el cáncer?

En el Día Mundial Contra La Obesidad lo recordamos: las cuarentenas han aumentado el sedentarismo y los kilos demás, dos aliados de las enfermedades oncológicas. ¿Qué dicen las últimas guías de la American Cancer Society? CancerLATAM conversó con las autoras del estudio.
Ya en la Antigüedad, los griegos incluían el ejercicio físico como parte de la receta para tener buena salud. Como juego, competencia o profesión deportiva, es una actividad que se ha valorado de distinta forma a lo largo de la historia.
Con el desarrollo de la medicina moderna, la ciencia buscó evidencia para dar al ejercicio el lugar que se merece en la vida de las personas. A partir de los años 50 del siglo pasado, por ejemplo, los especialistas difundieron sus bondades para prevenir y tratar muchas formas de enfermedades cardíacas.

cuando los investigadores produjeron evidencia en los años 50 de lo bueno que era el ejercicio para el corazón, hubo un aprendizaje. Ahora llegó el momento de que suceda lo mismo con el cáncer”
Kathryn Schmitz (Instituto del Cáncer de la Universidad Estatal de Pensilvania)
Hoy, las investigaciones demuestran en forma creciente las ventajas que tiene ejercitarse, tanto para los pacientes oncológicos como para quienes superaron un cáncer.
De esta realidad se hicieron eco las nuevas guías de prevención de la American Cancer Society (ACS), de Estados Unidos, y que CancerLATAM ha estado resumiendo y publicando ya que recopilan la última evidencia científica de los más prestigiosos centros de investigación (las últimas se habían publicado el 2012).
Pues bien, las guías 2020 de la ACS sugieren a los adultos realizar a diario entre 30 y 60 minutos de actividad física moderada por cinco días a la semana. Y tan solo 15 a 30 minutos diarios, también por cinco días, en caso de ser intensa. Esa sería la “dosis” recomendada por los especialistas.
30 minutos de caminata después de almuerzo tiene un efecto protector contra el cáncer
“Con más de 43 millones de sobrevivientes de cáncer en el mundo, hay una creciente necesidad de enfrentar esta situación: debemos entender mejor cómo el ejercicio ayuda a prevenir y controlar esta enfermedad”, explica la doctora Kathryn Schmitz, del Departamento de Medicina Física y Rehabilitación del Instituto del Cáncer de la Universidad Estatal de Pensilvania.
De acuerdo con los hallazgos de su equipo de investigación, el ejercicio es importante en la prevención del cáncer de colon, mama, endometrio, riñón, vejiga, esófago y estómago. Amplía esta lista un estudio conjunto de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. y la ACS, quienes agregaron los tumores de hígado, la leucemia mieloide, el mieloma múltiple, así como el cáncer de cabeza y cuello, el de recto y de pulmón. En algunos casos, la disminución del riesgo alcanza a un 20%.

el ejercicio reduce los niveles de estrógeno y de insulina, hormonas que, al disminuir, reducen el riesgo de algunos tumores”
Doctora Alpa Patel (American Cancer Society)
Según la doctora Alpa Patel, de la ACS y coautora del trabajo, sólo con caminar media hora después de almuerzo por cinco días a la semana, se consigue el impacto protector que se busca. De hecho, ya en su “Corpus Hipocrático”, el padre de la medicina occidental prescribía estas caminatas, porque “no dejan que el estómago acumule grasa”.
Varios siglos después sabemos que una de las formas en que la actividad física puede reducir el riesgo de cáncer es a través de mantener un peso saludable. Sin embargo, muchos otros procesos biológicos se ven afectados. “Por ejemplo, el ejercicio reduce los niveles de estrógeno y de insulina, hormonas que, al disminuir, reducen el riesgo de algunos tumores”, aclara la doctora Patel.
Pero también hay otros efectos que son muy valorados, ya que mantenerse activo permite a los pacientes oncológicos reducir la sensación de fatiga, la ansiedad, la depresión y, de esta manera, mejora su calidad de vida. Para la doctora Schmitz es esencial aumentar la conciencia sobre estas ventajas.
“Cuando los investigadores produjeron evidencia en los años 50 de lo bueno que era la actividad física para el corazón, hubo un aprendizaje de la gente sobre este beneficio. Ahora llegó el momento de que suceda lo mismo con el ejercicio y el cáncer”, concluye Schmitz.