“Puedo aportar a que exista menos sufrimiento”
Diagnosticado con cáncer de próstata el 2008, Raúl Roiron es parte de un ensayo clínico que usa la medicina nuclear para combatir la enfermedad.
Raúl Roiron es un coleccionista disciplinado de hojas de árboles. Esta rigurosidad también la aplica al momento de fabricar y colgar los letreros descriptivos en las especies que encuentra a su paso por el barrio de Estación Central, donde reside. Ahora mismo, tiene en su poder una placa que instalará en un jacarandá, uno de los mayores consumidores de C02, según la información que podemos leer en su trabajo de naturalista aficionado.
Roiron también escribe sobre árboles. Y en un texto reciente, surgido en plena pandemia, cuenta -antes de hablar de maitenes y moreras- que desde el 2008 lucha contra el cáncer.
“Y como la vida es bella, me aferro a ella”, anota en una de sus páginas.
si se da la posibilidad de probar esta alternativa, no puedo desecharla, pensé. Puedo aportar, además, a que exista menos sufrimiento»
Raúl Roiron
Fue mientras aún trabajaba en el complejo termoeléctrico Ventanas como encargado de bodegas -y vivía en Villa Alemana- que recibió su diagnóstico. Tenía un tumor en la próstata. Lo operaron para extraerle la glándula y luego recibió sesiones de radio y de quimioterapia.
Con un pronóstico de cinco años de vida, Roiron decidió seguir el consejo de su médico tratante y probar cuanto estuviera a su alcance para enfrentar la enfermedad. En ese tiempo ya había desarrollado algunas metástasis en los huesos.
“No me han desahuciado, pero estoy complicado, y a veces sufro de fuertes dolores. Trato de superarlos, sí, aunque he bajado mucho de peso y me ha fallado el ánimo. Pero me digo que voy a estar bien”, comenta.
Roiron, de 73 años, jubiló el 2012 y junto a su esposa Maite, con quien ha estado casado por más de cinco décadas, dejó Villa Alemana para instalarse en Santiago, donde viven sus dos hijos.
El tratamiento contra este cáncer -que cada año causa la muerte de 2.296 chilenos (*)- lo continuó en la capital, aunque sin resultados.
“El tumor se volvió resistente a las terapias convencionales”, explica.
lo ideal es que la derivación ocurra a tiempo, ya que así es esperable que obtengamos mejores resultados, tanto en años de sobrevida como en calidad de vida»
Doctor René Fernández (PositronMed)
Como la enfermedad avanzaba, durante un control su doctor le sugirió ingresar a uno de los ensayos clínicos que desde hace años viene realizando el Centro de Medicina Nuclear PositronMed con pacientes afectados por cáncer de próstata metastático.
“Su tumor era de un tipo agresivo”- explica el doctor experto en Medicina Nuclear René Fernández- El 2019 se intentó una última línea de terapia hormonal, pero sin resultados. O sea, ya no había más alternativas tradicionales. Fue en ese contexto que un comité oncológico decidió integrarlo a un ensayo clínico que realizamos en PositronMed con radiofármacos.”
Se trata de una técnica desarrollada el 2013 en la Universidad de Heidelberg, Alemania, que utiliza una sustancia radioactiva -el Lutecio 177-PSMA- para combatir ese tumor, el más común entre los hombres chilenos (**).
“Yo acepté. ‘Si se da la posibilidad de probar esta alternativa, no puedo desecharla’, pensé. Puedo aportar, además, a que exista menos sufrimiento. ‘Voy a ser conejillo de indias’, le dije al doctor. Él me contó que el estudio ha tenido muy buenos resultados”, relata.
El doctor Fernández detalla que, el estudio al que ingresó Roiron, utiliza junto al Lutecio una nueva molécula encargada de adherirse al tejido anormal para que así el radiofármaco (Lutecio) haga su trabajo irradiando y liquidando el tumor de forma más efectiva.
“Esta otra molécula asociada no se excreta tan rápidamente por la orina como la PSMA- 617. Es decir, logra que exista más fármaco disponible en el cuerpo para atacar a las células cancerosas. Nuestra hipótesis es que, teniendo más Lutecio disponible, va a llegar una dosis mayor de radiación a las lesiones.”
Al momento de esta entrevista, Roiron ya pasó por su primera sesión con radiofármacos, que los especialistas administran luego de que un examen PET muestre cuán avanzado y diseminado está el cáncer.
También es necesario un chequeo que garantice que la salud del paciente es compatible con el tratamiento que, como explicamos, consiste en una molécula inyectable que se adhiere a los receptores PSMA, abundantes en las células tumorales. La radiación destruye su ADN y genera su muerte.
De esta forma, tanto el antígeno prostático (indicador que detecta este cáncer en los hombres) como el dolor asociado disminuyen, a la vez que aumentan las expectativas de años por delante.
Según Roiron, la semana en la que le administraron la dosis inicial fue compleja y agotadora, pero valió la pena.
“Me hicieron varios exámenes, me sacaron sangre, estuve yendo a la clínica una semana entera y las jornadas fueron largas”, recuerda cuando ya puede dar cuenta de los primeros resultados. Los dolores que siente, sobre todo en la espalda, han ido atenuándose. Y su estado de ánimo mejora.
“Lo ideal es que la derivación a nuestro Centro de Medicina Nuclear ocurra a tiempo, tal como fue con don Raúl. Es decir, con buena condición clínica y con mayores reservas funcionales, ya que así es esperable que obtengamos mejores resultados, tanto en años de sobrevida como en calidad de vida”, agrega el doctor Fernández.
“Tengo esperanza”, remata Roiron, mientras planifica una nueva exploración para clasificar hojas y fichar los árboles del barrio.
(*) Globocan 2020, organismo dependiente de la OMS.
(**) La incidencia de cáncer de próstata entre los chilenos, fue de 8.157 nuevos casos anuales, según Globocan 2020.